lunes, 11 de febrero de 2013

Somos.

El tiempo únicamente existe para que todas las cosas no ocurran a la vez. Hace una función parecida a la del dolor. No podemos prescindir de esa la señal de alarma, es la que nos avisa de que algo va mal. Igual que el tiempo nos limita para avisarnos de que no somos infinitos. Nos salva y a la vez nos condena. Sólo consiste en el arte de saber vivir dentro de los límites. Ni el tiempo vuelve ni nos roba la vida, sólo nos define. Sólo nos condiciona. Sólo nos cambia.


sábado, 9 de febrero de 2013

"No se puede entender la vida hasta que no se entiende la muerte"

Actuamos como si tuviéramos todo el tiempo del mundo por delante. Pero, ¿te ha funcionado eso alguna vez? Yo no lo recuerdo. No hay sexto continente, ni paseos nocturnos porque hace  demasiado frío, ni existe esa última mirada porque nunca se sabe si es el final. Todas son últimas miradas hasta que no se demuestre lo contrario. Todos los segundos son un adiós y parece que no nos damos cuenta de que nosotros nos destruímos más que la misma vida. Llevamos las despedidas grabadas en las palabras. Somos nosotros los que exterminamos la voz. Somos expertos en fumigar nuestros sueños y alejarnos de ellos. Pero también llevamos comienzos en la mirada.


La espina crece pinchando.


Habías sobrevivido, sin saber cómo, a tantos años en sociedad y aún no sabías que lo que no hace ruido al romperse es lo más difícil de reconstruir. Condenamos a quién su mayor crimen ha sido contar la verdad y perdonamos a quién nos ha enturbiado la mente. Así funcionamos, y tú habías conseguido mantenerte al margen hasta ahora. Ignorancia quizá, quién sabe. Hay tanta maldad que nos protege. Sabes que puedes vivir dos veces, que los que no se presentan a los padres nunca son los definitivos, que el miedo gana si le dejas. Y no sabías que lo que se destruye una vez no puede volver a destruirse, los viernes pasarán deprisa sin tu permiso y tendrás que vivir esperando.

El tiempo nos acaba volviendo locos. ¿Se puede apreciar algo que sabes que vas a perder? Malgastas todo tu tiempo en pensar cómo recuperarlo. Y se va. Y ya nunca vuelve.


Todo sigue mientras sigas respirando. Tú sólo concéntrate en eso: respirar.

Increíblemente afortunados y eternamente estúpidos. Esa es la palabra.

Vamos por ahí colonizando países, clavando banderas, marcando territorio. Queremos que lo nuestro sea sólo nuestro y que los demás lo sepan. Somos capaces de todo para demostrarlo. Y cuando digo todo, significa todo.  ¿Y quién colecciona buenas personas?

Nadie las ha marcado en un mapa igual que se señalan con puntos rojos los lugares que quedan por visitar, sin embargo, son lo más difícil de encontrar. Nadie las persigue con cazamariposas por el campo. Nadie vuelve contento a casa porque ha invertido todo lo que tiene en una buena persona. Nadie cree en las buenas personas porque nadie sabe que traen buena suerte, más que cualquier fortuna, que cualquier bandera, que cualquier presa. Hacen falta millones de monedas para ser rico, hacen falta millones de países para ser un gran conquistador,  millones de cigarros para generar un cáncer, pero sólo hace falta una buena persona para hacer una sonrisa. No se cazan, se encuentran por sorpresa, y te cambian desde dentro y desde el primer momento.






viernes, 8 de febrero de 2013

Veintiocho minutos.

La vida hace que nunca tengas que verte en determinada situación y te lleva a ciertas circunstancias que hacen que perdamos miles y cientos de miles de millones de momentos que podrían haber sido nuestros, pero no lo han sido. ¿Por qué? ¿Por qué a unos si y a otros no? Sin embargo valoramos, o mejor dicho, juzgamos a las personas por lo que han hecho. ¿Y lo que harían?
¿No tienes miedo pequeña? No llegarás a conocer a nadie nunca.