sábado, 13 de mayo de 2017

"He mirado largamente el resplandor de tu ausencia,
que me ha parecido más dulce,
más poderosa que todas las presencias"

Juan Eduardo Cirlot

viernes, 12 de mayo de 2017

A tu manera, ya sabrás cómo.

La vida es así. Una oportunidad con la puerta cerrada.
Es el destino al que nunca llegaron las palabras que esperaban.
Lidiar entre lo que sabemos
y lo que ignoramos.
Jugar nuestras cartas, intentar ganar la partida.
Perderla. (¿a ella?)
Jugar, a veces, con venda.
En lo desconocido, el corazón agarrado.
En la sangre, el miedo.
Protegernos para no salir heridos... y herirnos desde dentro.

Y este juego, simplemente, consiste en estar mirando cuando aparezca la carta que esperabas.
En no hacer oídos sordos cuando suene nuestra canción. Salir a bailarla, como sea.
Es el juego del tiempo.

Saber, si te pierdes, con quién;
o descubrir 
que viajas solo.

viernes, 5 de mayo de 2017

Quien se va no vuelve aunque regrese.

A veces es necesario huir. Irse lejos. Pero no olvides jamás que la ciudad de la que escapas no va a esperarte. 

No olvides nunca que la vida seguirá sin ti. Que alguien comprará el billete de tren a tu destino si tú no lo haces. Que alguien construirá donde tu destruiste. Que quizá el antiguo corazón de la ciudad sea deshabitado y ahora la vida transcurra en otro lugar, un nuevo centro a unas cuantas manzanas del viejo, que ahora sólo es un lugar vacío y silencioso que recuerda con dolor a todos los que emigraron e intenta mantener a duras penas a los ilusos que todavía se aferran a un pasado que no consiguen recuperar. 

Abrazar fantasmas no es lo mío

Nos imagino construyendo de nuevo un breve momento que se asemeja a un pequeño paraíso analgésico, en el que sólo importa cómo nos movemos para sentirnos y la naturaleza que nos impulsa a ese movimiento. Y si puedo imaginarlo, no lo dudes, es porque lo recuerdo. Porque la memoria de la piel no engaña tan fácilmente como la memoria de las palabras y de los daños. Estamos hechos de una mezcla entre olvido y cicatrices, y no precisamente en ese orden. Cuántas veces olvidamos que las tenemos (o creemos vencerlas) y de nuevo volvemos a hundir el filo del peligro en ellas.

Imagino de nuevo ese momento. Ese instante que te hace eterno en el que todo el universo se reduce a ti, en el que cada átomo que importa está a escasos centímetros y es totalmente real, físico y palpable. Alargo el brazo y te toco. Con la extraña tranquilidad que precede al caos, con el extraño alivio de tenerte cerca y de saberme capaz de almacenar el recuerdo de tu tacto y poder recrearlo y traerlo de nuevo al presente, de nuevo a mi, cuando me plazca. La tranquilidad de que ahora estás aquí y de que cuando te vayas podré imaginarte. De poder hacer esto inmenso. 


Y rompo ese momento de desorden perfectamente ordenado, ese momento de paz artificial, de una tranquilidad que se autoengaña, de luz antes de una tormenta. Descubro de golpe tus miedos. Pronuncio en voz alta lo que tú no te dices a ti mismo y de nuevo me digo que te conozco, porque no hay nada que nos defina más que el miedo. El tuyo, miedo a ser olvidado. 

El mío, que tú me olvides.