El peor de los dolores es el que se tiene miedo de dejar de sentir. Dolor. Dolor es respuesta a ausencia. Dolor es respuesta quizá también a presencia. Quizá sea ese el dolor del que hablo.
Respuesta a la presencia muerta que me dejan tus ojos, respuesta a una presencia que oye pero no escucha, que me pregunta en qué lugar cutre a las tantas de la mañana se ha dejado olvidado nuestra historia. No, mas bien su significado.
Y me miras como quién mira algo que ha encontrado ordenando sus cajones y que no recuerda por qué guardó. O que recuerda como se recuerda a veces la infancia: con melancolía por lo que nunca vuelve, no porque no se quiera, sino porque no se puede volver a vivir dos veces lo mismo. Ya no somos esos niños.
Sin embargo, el dolor sí que vuelve una y otra vez, para vivirlo no dos veces, sino cada noche en tu recuerdo, cuando tus brazos todavía me abrazan y yo te doy la mano.
Respuesta a la nada, y lo peor, respuesta sin pregunta.
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