Se alza porderosa sobre el tablero, en blanco y negro. Abanza, decidida y agresiva, una casilla hacia delante. Enigmática, juega con sus mejores peones, discutiendo consigo misma la mejor estrategia. Espera un movimiento enemigo, y entonces, ataca. Desea ganar en este complicado juego que es la vida. Puede que incluso se confíe demasiado, pierde oportunidades, torres y caballos. El deseo le ha tapado los ojos. Manda y ordena, porque es la pieza más importante en esta guerra, pero se olvida de que también puede perder.
Y así es, Jaque-mate a la reina.
Nadie se escapa del jaque mate, ni el rey, ni la reina.
ResponderEliminarMe ha gustado.