Qué ligeras son las alas cuando se aprende a volar, pero cuán pesadas eran cuando no las sabíamos utilizar. Se han caído las hojas de dos otoños y se le ha aclarado el pelo, arrugado la inocencia y oscurecido la mirada. Se le ha quemado toda la ética, ha perdido los modales y ya no sabe llover si no es con música triste, lluvia con café. Antes sólo hacía sonar el río y ahora lo agita en silencio, repite que puede verte y asegura que no es con los ojos. La vida le ha aprendido a castigar por tantos y sucios pecados, pero cuando besa sus besos duelen igual. Dos otoños en guerra y sus labios siguen siendo los mismos.
Había olvidado qué pesadas se hacen las alas cuando se dejan de utilizar...
pesan mucho, casi tanto como los otoños en guerra vaya... y cuanto más pesan más se nos cambia la mirada
ResponderEliminarSaludos de la chica de los chicles, que para tener alas pesadas prefiere cortarlas
http://lachica-deloschicles.blogspot.com.es/
Eso nunca. Las alas pueden ser pesadas pero siempre pesarán más sus fantasmas y los de la libertad arrebatada. El simple hecho de que estén ahí nos hace libres, y además, nos obliga a soñar con el vuelo.
EliminarUn beso! :)
Me superencanta =)
ResponderEliminarCongratulations!
Jaja muchas gracias:D
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