sábado, 9 de febrero de 2013

Todo sigue mientras sigas respirando. Tú sólo concéntrate en eso: respirar.

Increíblemente afortunados y eternamente estúpidos. Esa es la palabra.

Vamos por ahí colonizando países, clavando banderas, marcando territorio. Queremos que lo nuestro sea sólo nuestro y que los demás lo sepan. Somos capaces de todo para demostrarlo. Y cuando digo todo, significa todo.  ¿Y quién colecciona buenas personas?

Nadie las ha marcado en un mapa igual que se señalan con puntos rojos los lugares que quedan por visitar, sin embargo, son lo más difícil de encontrar. Nadie las persigue con cazamariposas por el campo. Nadie vuelve contento a casa porque ha invertido todo lo que tiene en una buena persona. Nadie cree en las buenas personas porque nadie sabe que traen buena suerte, más que cualquier fortuna, que cualquier bandera, que cualquier presa. Hacen falta millones de monedas para ser rico, hacen falta millones de países para ser un gran conquistador,  millones de cigarros para generar un cáncer, pero sólo hace falta una buena persona para hacer una sonrisa. No se cazan, se encuentran por sorpresa, y te cambian desde dentro y desde el primer momento.






1 comentario:

  1. Basta con encontrar a esa persona para que su sonrisa te contagie y también así el temor a perderla

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¿Por qué no escribes algo? ¿Es que te ha comido la lengua el gato?