viernes, 2 de diciembre de 2016

“Si lo que tú has encontrado está formado por materia pura, jamás se pudrirá. Y tú podrás volver un día. Si fue sólo un momento de luz, como la explosión de una estrella, entonces no encontrarás nada cuando regreses. Pero habrás visto una explosión de luz. Y esto solo ya habrá valido la pena.”


-Paulo Coelho

lunes, 28 de noviembre de 2016

"Juro que hace que me vuelva loco. Loco por el baile de nuestros cuerpos unidos, por el movimiento de dos almas queriéndose tocar, minimizando la distancia. Loco por la catástrofe natural de sus ojos. Loco. Por la sensación que persigo, por abandonar el mundo, porque siento que navego en su piel. Dejo de pertenecerme, sólo fluyo como si me hubiera unido a ella. Fluyo a su ritmo, con ella, contra ella, para ella. Como si el alma me abandonara por unos instantes y dejara mi cuerpo improvisar vacío, y luego regresara para que pueda recordar ese momento. Juro que me arrasa por dentro, que lo inunda todo. Juro que pierdo la cabeza, lo juro. Y que luego la recupero, y ya no la quiero."

Atrapados en un plano a contraluz

Déjame que dude de tus palabras sostenidas entre los suspiros de una noche en la que hemos sacado a pasear nuestras almas, noches en las que arañan chirriantes las sombras y arrancan con fuerza las primeras hojas de lo que será un largo otoño. Noches que nos hacen descubrirnos bajo el fino manto de luz de luna que envuelve tímidamente las calles y los corazones. Son noches de pánico, noches que nos muestran abiertos en canal ante el mundo, que liberan los más oscuros secretos desencadenándonos al menos por un rato de ellos. Dejándonos respirar de lo que no es nuestro. Noches tan silenciosas como insinuantes... por las que solo quienes conocen el ruido de un corazón al romperse pueden verse envueltos.

Déjame que dude de todo aquello que unas manos vacías prometían. Que dude de lo efímero, de los esclavos de un sueño, de lo que acaba inesperadamente, las despedidas. De las heridas que cierran demasiado rápido. El desorden que protagoniza una vida, el azar de un encuentro y el silencio ensordecedor de un desencuentro. 

Déjame que dude de quien espera a que la corriente lo recoja y ponga a salvo. De quien no ama lo que no entiende.  De quien no ha visto una vida alejarse de la suya, y se ha quedado contemplando la escena con las palabras atragantadas en los huesos, un adiós no pronunciado, un dolor ardiente y obligado. De quien no ha perdido nunca nada. De quien jamás se atrevió a encontrarlo.

Déjame que dude. Déjame hacerlo, porque quizá nada de esto sea real.

jueves, 24 de noviembre de 2016

"A un palmo de ti es fácil morderte, guarda la lengua que voy directa, no sea que al sentirla húmeda, la invite donde guardo ciertos ecos y duermen huracanes, allí donde más de uno murió a oscuras, perdiéndose en el intento de encontrar fuego. Que cuando quemas es porque hay alma, y cuando hay alma, duelo."
-Mujer océano, Vanesa Martín.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Y ponerle sangre al grito.

Y mientras el caos se apodera de nosotros, dejamos que ese huracán de fuego sea el que nos mece en un dulce movimiento estrambótico que misteriosamente nos calma. Será por el mareo. Durmamos ahora. Sorprendámonos intentando huir un minuto más del tiempo. Neguémoslo todo. 

De repente nos contemplamos a nosotros mismos contándonos historias de cómo hubiera sido. Y cuanto más ruido, menos escuchas. Cuanto más fuerte golpea el aire, menos duele. Más insensibles. Más cobardes. Porque cuanto más arde, más olvidas. Quemémoslo todo para no tener que vivir de frente a aquello a lo que pusimos un "no" como título. Que arda todo, porque nos hemos equivocado. Porque elegimos un camino y seguimos con un pie en el que abandonamos.

Y yo sólo puedo imaginarte durmiendo mientras caes. Cada vez a más velocidad. Pero no despiertas. Sigues y sigues con tu camino hacia abajo. Con tu descenso a la nada. A la ausencia de nosotros. A enfrentarnos a que a alguno de los dos esto nos guste. 
Arriesgarme a estar mejor sin ti


domingo, 20 de noviembre de 2016

El tiempo. Todo. Locura

"Conforme pasa el tiempo te das cuenta de que las teclas negras también hacen música"

Que no amanezca la costumbre

Quiero verte de vuelta. Que elijas un camino que te traiga de nuevo, que te devuelva a mi. Como el asesino que vuelve siempre al lugar del crimen. 
Quiero que lo que me susurran otras voces salga de la tuya, que sea lo único que pueda calmarme. Que me dejes llenar cada espacio de ti. Porque sé que encajo en tus vacíos.
Que me miren tus ojos y me desordenen por dentro como siempre habían hecho. No quiero que nos busquemos, y mucho menos que nos encontremos, en otros lugares ni en otras personas. Puedo sentir cómo me olvidas. Y ahora entiendo, que lo que dolía no era tu marcha. Que tú ya te habías ido.
Quiero que me busques si me he perdido. Que me busques si me has perdido

Quiero que te merezcas algo de todo esto.


"Y cuando las estrellas caen yo ya estoy colgado del jirón de un sueño, el mundo entero no me vale"

martes, 15 de noviembre de 2016

Habitar en los fragmentos

Como si llegara a ese limite de la perfección
ese limite que no se puede rozar
y por tocarlo el castigo recaiga sobre tus manos
y se rompa
y rompa todo
en pequeños fragmentos de un todo que había sido perfecto
y que había dejado de serlo.
Porque no sabemos habitar en los fragmentos,
en el valor de lo pequeño.
Como si estuviéramos destruyendo una obra de arte 
que ya nadie contempla.

Y volver a empezar. De repente. Porque escapa a la razón, porque la vida es un muro invisible contra el que uno se choca de repente. Un jarro de agua fría que te hace respirar profundo. Autenticidad en estado puro. Esa verdad que sabes de sobra. Ese lugar al que perteneces aunque no se lo cuentes a nadie, al que te llevan tus pasos sin ni siquiera pensarlo. Esos besos que perseguirías hasta el fin del mundo. Esas palabras que necesitas. Y las que no te necesitan a ti, aunque duela. El frío de la realidad y el calor de un abrazo. Saber que está ahí. 

Saber que no todo lo que pasará por tu vida lo hará para quedarse. Lo que se queda es lo que aprendes, si quieres. Si te dejas. Que consuela pensar que todo ocurre por una razón. Dejar nuestra suerte a manos del destino estaría bien si fuésemos una película. Pero somos reales. Sabemos lo que queremos. Y salimos a buscarlo. Porque nada nos sienta mejor que tener las cosas claras.


La vida es chocarse contra un muro. Y algún día, romperlo.


Etéreo

Adjetivo
1. Que es intangible o poco definido y, a la vez, sutil o sublime.

lunes, 7 de noviembre de 2016

No depende de lo que dicen sino de lo que somos.
No depende de lo que nos quieran sino de lo que nos queramos.
No depende de la verdad sino de lo que nos creamos.


Depende de ti. 

domingo, 6 de noviembre de 2016

Metanoia

La historia se repite. Las palabras se repiten. Como un invierno que ya hemos vivido, un frío que nos ama en silencio se apodera lentamente de nosotros, abrazándonos por dentro. Se agarra fuerte y ya es tarde. Sabes que ya está dentro. Pero se puede observar desde fuera, o eso creo.

Me imagino que se verá muy diferente desde ahí. A veces me gustaría preguntártelo. Las cosas siempre, casi sin excepción, son diferentes dependiendo desde donde se miren. Si observamos las palabras, sin encontrar sentido en ellas y sin tratar de encontrarlo, podemos ver cómo se escapan de nosotros y cómo perdemos su control. Cómo pasan de pertenecernos en su totalidad, cómo pasamos de ser sus dueños indiscutibles, a convertirse en balas que disparan en direcciones ocultas. Al salir las hacemos libres, y ellas utilizan su libertad. Lo hacen mejor que nosotros.

Espira para saber si es invierno. Si lo es, observa. Obsérvalas. Déjate abrazar. Ellas tienen esa especie de magia, ese engaño por el que jamás descubriremos si han vivido dentro de nosotros, o si al salir las hemos admitido como nuestras. Sin que lo sean verdaderamente. O si.

La historia se repite. Las palabras se repiten. El invierno vuelve cada año aunque ya lo hayamos vivido. Quizá el frío sea diferente, quizá el frío haya cambiado. Observa las palabras, persíguelas, como si no fueran contigo, como si esto sólo fuera un un mal sueño del que despertaremos. Confía en despertar. Confía porque es lo único que puedes hacer ahora. Pero recuerda que cuando despiertes ya no serás el dueño.

Despierta a pesar de ello, pero jamás lo olvides. Ellas ya estarán lejos.

A la verdad le salen alas.

sábado, 5 de noviembre de 2016

Escríbeme como si no pudieras borrarme nunca

Una vez conocí a dos personajes que se habían escapado de su libro. Un día, cuentan, se cayeron de él, de repente. Sin saber por qué. Nunca supe si realmente fue un accidente. Dicen que habían salido del mejor de los cuentos, de esos que ponen la piel de gallina, con un buen final. Como las buenas historias. Dicen que todos, al leerles, querían abandonar sus libros y vivir en el suyo. Que quizá por eso tuvieron que marcharse. Que quizá les robaron su historia, que no había sitio para todos.

Y ahora vagan, como extraños en sus propias páginas, viviendo en lugares que no son suyos, en otros libros, otras historias, con otros finales. Escribiendo en páginas ajenas historias robadas que no les corresponden pero que siguen modificando a su antojo. Y cada letra les aleja más de su verdadera historia, de su verdadero origen. Huyendo de lo que saben. Incapaces de crear su propia historia en un libro que no es el suyo.

Eran personajes sin final, personajes acabados. A medias. Les habían arrebatado todo lo que les pertenecería en un futuro, todo lo que les esperaba a una simple vuelta de hoja. Les habían intentado escribir en historias en las que no encajaban, historias que por mucho que lo intentaran, no hablaban de ellos. De quienes eran. Historias falsas. Vagabundos entre las lineas, intentando encontrar un lugar al que pertenecer. Personajes llenos de pensamientos adquiridos de los que se habían alimentado para poder sobrevivir, llenos de palabras que estaban lejos de ser las propias, aquellas que dicta el alma, como si estuvieran escritos en otro idioma. Si, era eso, quizá estaban escritos en otro idioma.

Perdidos en una niebla que no les deja seguir leyendo, que les une a ciegas en la distancia. Una niebla que les había dejado en mitad de una frase. La otra mitad se había quedado colgada en sus labios. Impronunciable, pero siempre atada, siempre con ellos. Siempre ahí. Inquebrantable. Inamovible. Cosida para siempre, convencida de que sólo esas palabras mágicas podrán desatarla.

Convencida de que será cicatriz si no llegan a tiempo. Y las cicatrices, por mucho que (no) queramos, ya no duelen como lo hacen las heridas. Y si no existe ese dolor, ¿quién les recordará que deben volver a casa?


martes, 1 de noviembre de 2016

Vértigo

Hay abismos. Abismos inmensos, invisibles, peligrosos, incomprensibles. Hay abismos y abismos. Y todos responden a un nombre que nos da miedo descubrir.

Son muchos años decorando nuestros propios recuerdos. Jugando con algo tan peligroso como lo es construir una vida inolvidable, sin saber que empezaremos a recordarla sólo en el momento en el que dejemos de construir. En el momento más peligroso de todos y a la vez el más necesario. Ay pequeña, cuando dejes de construir... Cuando dejes de construir será el momento de mirar de frente todo aquello que has edificado. Pero lo mirarás desde arriba, porque nadie construye desde abajo.

Te encontrarás atrapada en aquello que has dejado que te levante. Te encontraras en la cima de ti misma. De lo que has dejado que sea parte de ti.

Y cuando mires abajo... Cuando mires abajo te darás cuenta de que las cosas que antes estaban a tu lado, las cosas que antes eran de tu tamaño, ahora se han hecho pequeñas y lejanas. Se encuentran formando parte del material con el que has estado construyéndote.  Quizá sean ahora tus cimientos, pero ya nunca serán el último ladrillo que has puesto. Sin embargo, estarán ahí toda tu vida, sosteniéndote. Formando parte de lo que eres. Cuidado con lo que dejas que te construya.

Hay abismos. Abismos a los que da verdadero miedo asomarse. Abismos que guardan todo lo que perdimos mientras nos construíamos. Abismos que nos responden cuando gritamos. Hay cosas que solo las oyen quienes saben escuchar.

Y cuanto te des cuenta... cuando te des cuenta de que el abismo sólo sabe responder con eco, entonces sabrás que nos estamos escuchando a nosotros mismos.

Y eso nunca nos ha gustado.

miércoles, 12 de octubre de 2016

En la juventud son percibidas como promesa de la vida, como felicidad anticipada, infinitas cosas de las que luego el hombre que va envejeciendo se da cuenta, a través del recuerdo, que en verdad los instantes de tal promesa fueron la vida misma.
Adorno T. Mahler.

domingo, 18 de septiembre de 2016

ESPEJOS


Quizá cada persona llevemos un espejo dentro en el que los demás esperan encontrarse a sí mismos, indagan dentro de nosotros intentando recuperarse, verse, admirarse.  Ordenarse.

Quizá los demás estén guardando también nuestro reflejo. Puede ser que solo estemos buscándonos a nosotros mismos en ojos ajenos.

Resultado de imagen de espejos reflejos

Nuestra vida está guardada en la de los demás. No podemos escapar de quienes somos, no podemos buscar algo que no tenemos. Todo nace de nosotros mismos, todo lo que buscamos ya lo tenemos, pero está oculto. Se trata de una búsqueda del "yo" en el "tú".

360º

Es curiosa la forma en que la vida nos devuelve a pedazos todo lo que hemos sido. Como nos entretiene con su absurda danza, nos tiene hipnotizados y nos distrae como a meros espectadores de un truco de magia callejera mientras, sin darnos cuenta, nos roban la cartera. Es curioso también la extraña manía que tiene el ser humano de culpar a la vida de todo aquello que sucede, como si la vida fuera alguien. O como si alguien nos estuviera observando, premiando cada buen acto y castigándonos, por lo menos bajo el juicio de una mirada, por nuestros secretos. Sin darnos cuenta de que esa mirada muy probablemente sea la nuestra propia.

Vamos por ahí, muchas veces sin saber a dónde nos dirigimos, paseándonos como si fuéramos a comprar algo, pero sólo estamos mirando. ¿Y sí sólo estamos siendo espectadores de nuestra vida?

Y mientras tanto ella sigue girando. Dando vueltas y vueltas sobre el mismo sitio. Lleva una falda verde, verde y larga hasta el suelo; pero no lo suficiente para hacerla tropezar consigo misma, aunque sí para entorpecer sus movimientos. No consigues ver su calzado pero te lo imaginas, parece girar y girar sobre un sólo pie, manteniendo todo su peso contra sus dedos. Sólo gira y gira, sin hacer ningún otro amago en su frenética danza, es como si estuviera reservando su último truco para el final. Sus pies deben de estar sangrando de tanto girar, de rozar con el suelo de tierra y de pequeñas piedras.

Nadie parece conocer el final de su baile. Te recuerda a esas cajitas de muñecas, ¿acaso alguien ha visto el final de su danza? Siempre cerramos la caja antes de verlo. Es como si ella sólo bailara mientras tu miras. 

Es algo que te obsesiona. Ves como ese color verde se mueve e incluso te parece percibir otros colores entre los pliegues, como una especie de brillo que se extingue a la mirada. A veces la falda roza con el suelo y cuando da el aire, se levanta arena y polvo. No hace ruido, o quizá no lo oyes, pero conoces cómo es ese sonido que provoca la tierra al desprenderse del suelo. Es como una pequeña ventisca. 

Cada vez va más deprisa y más deprisa, ya casi no puedes seguirla con tus ojos. Sientes la fuerza de su velocidad, parece que incluso tú estás girando, que te ha incluido en su baile. Estas mareado. ¿Y si nos caemos? Tus rodillas abandonan parte de su piel forcejeando con esas diminutas piedras a modo de arena que hay en el suelo y con la tierra, dejando líneas de sangre en tu superficie, arañazos, como un zarpazo. También conoces un sonido para ese momento. Puede que respiraras por la boca pero con tus dientes apretados. 

El sonido de tu respiración se une al del viento que justo en ese momento está haciendo que la bailarina gire y gire más deprisa. Se levanta todavía más tierra, más arena, más piedras, hace mucho calor y el aire está tremendamente seco. 

Es curiosa la manera en que la vida hace que nos entretengamos persiguiendo algo, la fuerza con la que nos arrastra hacia donde creemos querer llegar para luego dejar un insípido final. Un final para el que no tenemos ningún sonido añadido, no conocemos nada parecido. Es curioso como nos devuelve los éxitos de nuestros logros cuando ha pasado tanto tiempo que ni siquiera nos reconfortan, tanto tiempo que nos hace preguntarnos cómo fuimos capaces de lograr algo así. O de equivocarnos así. Ni siquiera recordamos por qué lo hicimos. Sobre todo la manera que tiene de hacernos encontrar las respuestas a nuestras preguntas, porque como siempre, una vez que las hemos encontrado, nuestras preguntas han cambiado. 

De repente dejas de mirar como gira esa falda verde, verde y larga hasta el suelo. Pierdes todo el interés, es como si despertaras de un sueño. Su baile ya no te importa. Nunca te llegaste a caer al suelo. Miras en tus bolsillos. 


Te han robado la cartera.
Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior
-Frida Kahlo

El tiempo es el mejor constructor de murallas

Verás, se trata de una especie de inconformismo que te recuerda cada día que hay algo dentro de ti que no funciona. Es como si persiguieras algo que una vez tuviste o creíste tener. Algo, más bien, que una vez fuiste, y que ahora no consigues sacar de ti. Algo con lo que aprendiste a vivir, y no te diste cuenta de que poco a poco fue desvaneciéndose. Y era tan necesario como respirar.

¿Qué ocurre cuando la vida se convierte en una simple sucesión de hechos sin más transcendencia? ¿Qué ocurre cuando se sigue un camino solamente por inercia?

Algún día seremos jóvenes en cuerpos de viejos que no saben cómo han llegado hasta ahí, que se han perdido sus propias vidas.


sábado, 30 de enero de 2016

Respuesta

El peor de los dolores es el que se tiene miedo de dejar de sentir. Dolor. Dolor es respuesta a ausencia. Dolor es respuesta quizá también a presencia. Quizá sea ese el dolor del que hablo.

Respuesta a la presencia muerta que me dejan tus ojos, respuesta a una presencia que oye pero no escucha, que me pregunta en qué lugar cutre a las tantas de la mañana se ha dejado olvidado nuestra historia. No, mas bien su significado.

Y me miras como quién mira algo que ha encontrado ordenando sus cajones y que no recuerda por qué guardó. O que recuerda como se recuerda a veces la infancia: con melancolía por lo que nunca vuelve, no porque no se quiera, sino porque no se puede volver a vivir dos veces lo mismo. Ya no somos esos niños.

Sin embargo, el dolor sí que vuelve una y otra vez, para vivirlo no dos veces, sino cada noche en tu recuerdo, cuando tus brazos todavía me abrazan y yo te doy la mano.

Respuesta a la nada, y lo peor, respuesta sin pregunta.