martes, 14 de noviembre de 2017

Carta a un viejo amigo

Nunca pregunté sobre el frío, sobre el invierno. Sobre el color al que se tornarían tus mejillas cuando llegara. Hubo muchas preguntas que no hice. Que no me hice. Sin embargo, cuando llegó supe qué hacer.

Pero cuando se fue, amigo mío, cuando estuve a salvo de toda amenaza y fuera de todo peligro; ahí es donde mi mente emborronada por la inminente necesidad de supervivencia consiguió esclarecerse para agarrarse a lo último que recuerda. Como si todo el sufrimiento hubiera enmascarado este último año; como si me hubiera borrado, anestesiado. Para regresar al punto donde dejó esta historia por la mitad. A medio camino hacia la infinitud, la cual lleva intrínsecamente al fin. Con las manos vacías pero abiertas. Así es como vivo y como te espero. Sin querer que regreses.

1 comentario:

¿Por qué no escribes algo? ¿Es que te ha comido la lengua el gato?