martes, 23 de octubre de 2012

Cientos y cientos de formas de morir, y la más bella de todas es vivir.

Qué ligeras son las alas cuando se aprende a volar, pero cuán pesadas eran cuando no las sabíamos utilizar. Se han caído las hojas de dos otoños y se le ha aclarado el pelo, arrugado la inocencia y oscurecido la mirada. Se le ha quemado toda la ética, ha perdido los modales y ya no sabe llover si no es con música triste, lluvia con café. Antes sólo hacía sonar el río y ahora lo agita en silencio, repite que puede verte y asegura que no es con los ojos. La vida le ha aprendido a castigar por tantos y sucios pecados, pero cuando besa sus besos duelen igual. Dos otoños en guerra y sus labios siguen siendo los mismos.


Había olvidado qué pesadas se hacen las alas cuando se dejan de utilizar...

4 comentarios:

  1. pesan mucho, casi tanto como los otoños en guerra vaya... y cuanto más pesan más se nos cambia la mirada

    Saludos de la chica de los chicles, que para tener alas pesadas prefiere cortarlas
    http://lachica-deloschicles.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eso nunca. Las alas pueden ser pesadas pero siempre pesarán más sus fantasmas y los de la libertad arrebatada. El simple hecho de que estén ahí nos hace libres, y además, nos obliga a soñar con el vuelo.
      Un beso! :)

      Eliminar
  2. Me superencanta =)
    Congratulations!

    ResponderEliminar

¿Por qué no escribes algo? ¿Es que te ha comido la lengua el gato?