jueves, 12 de enero de 2017

A merced de la incertidumbre, a merced de la vida.

Y al final, ¿de qué se trataba la vida sino era de un cambio constante? Hoy estamos aquí y mañana allí. Solo cabía esperar, sólo cabía soñar, con que si alguna vez tuvieras que ponerte en frente de tu "yo" de aquel entonces, justo en ese momento que recuerdas como si fuera ayer, puedas decirte total y ciegamente convencido, que nada tiene sentido ahora pero que lo acabará cobrando. Y eso es lo más bonito que puede soñarse.

Todo se reduce a movimiento. Simple movimiento de hechos que giran a nuestro alrededor, cambian nuestra dirección, las agujas de nuestra brújula. ¿Y qué haríamos si pudiésemos conseguir realmente lo que queremos? Qué haríamos sin algo nuevo que alcanzar, qué haríamos si nos convirtiésemos en seres sin potencial para ser otra cosa diferente a la que se venía siendo.

Al final, ¿de qué se trata si no es sobre la incertidumbre, el desazón con su posterior gloria, la ignorancia resuelta pero nunca abandonada, de qué se trata si no de no tener ni idea de a dónde se va, pero crear y amar el camino? Todo se reduce a movimiento. Simple movimiento de todo lo que gira a nuestro alrededor.

4 comentarios:

  1. Interesante escrito, importante manera de plantearse la propia vida. Un placer el leerte. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A veces todas nuestras direcciones cambian. Muchas gracias, un placer que me leas. Otro abrazo! :)

      Eliminar
  2. Hay tantos elementos fuera de nuestro control, que si te lo propones, puedes ver tu propia vida como si fueras un espectador.
    Me ha gustado tu reflexión.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tienes razón, sin embargo sería un gran peligro ser espectadores de nuestras vidas. Pero el movimiento nos recuerda que todo está vivo.

      Muchas gracias, de nuevo, por leerme!

      Eliminar

¿Por qué no escribes algo? ¿Es que te ha comido la lengua el gato?