viernes, 4 de mayo de 2012

Vamos, vuela conmigo.














Todo se iba volviendo lentamente azul y frío,
los pies de plomo tan frios y las grietas
pequeños trozos de pequeños soldados
pequeños ángeles en los dedos
un dios desnudo y humano abriendo la boca
pidiendo más,
masticar la piel de un loco
y quedarse a dormir
con el alma escondida en algún puerto.


Las hojas de las navajas brillan en el interior de los cajones,
siempre por si acaso,
piernas muy blancas atraviesan inviernos llenos de trenes,
una niña que tiembla y las voces que huyen.


 (Isabel García Mellado)

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