lunes, 10 de septiembre de 2012

Hitorias de sus ojos, mi literatura.


Su piel se dejaba deshacer con mi tacto y jamás pidió clemencia cuando mis dedos, traviesos, jugaban a devorarle con ansia de algo mucho más grande que la vida, su vida. Y yo quemaba y también ardía pero su sonrisa era ignífuga. Él prefería guardarse los amaneceres y yo sólo pensaba en quemarlos todos, en noches interminables y sonrisas a medías, sonrisas a oscuras. Él me quería hacer real y yo quería convertirlo en literatura, quería meterle el alma en las palabras y hacerlo eterno en una cárcel de palabras. Mietras, él soñaba hacer de sus cuatro paredes nuestro planeta. Invetar escusas para trasnochar y dejar a un lado la cordura fueron siempre mis puntos débiles, el azar y la locura, y él los acertó al imaginarme.

Pero yo nunca fuí real.

2 comentarios:

  1. Wow! como espejos. Nadie es real! todos son reales y todos son literatura. Bien!

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  2. Ya está, cuando él acierta al imaginarte es para quemar la ciudad con vuestro lo que sea que tengáis escondido.

    Una sonrisa de caracol :).

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¿Por qué no escribes algo? ¿Es que te ha comido la lengua el gato?