domingo, 25 de marzo de 2012

Corazón de tinta.

Todo el mundo conoce a los escritores. Los carceleros de las palabras. Siempre intentando atrapar pensamientos entre una pluma y un papel, pobres ingénuos. Siempre tan borrachos de letras y tan ebrios de soledad. Tan atrevidos y tan poco valientes cuando la realidad supera sus fantasías. Todo el mundo los conoce, pero nadie se acuerda de los personajes. Ellos hacen todo el trabajo sucio. Son ellos los que tienen que cargar con las consecuencias de unos actos pensados y elaborados desde un principio, a veces tan crueles... Las princesas se ven obligadas a besar sapos simplemente porque el guión lo exige, y los príncipes desaparecen de las historias durante semanas, para luego aparecer cuando la drama ya está resuelta. ¿Y qué es de todos esos que fueron condenados a la muerte por un escritor furioso y trastornado? Por no hablar de los que se sienten utilizados para resolver los traumas personales de escritores asustados. Sus relatos están tan vacíos de vida que los personajes muchas veces acaban el resto de sus vidas saltando de puentes y asegurando ese subidón de adrenalina que le falto a nuestro querido escritor el aburrido, que no fue capaz de hacer que la princesa y el príncipe se reencontraran antes de medianoche.  Y todos esos que pierden al amor de su vida en un arrebato de melancólica desgracia del escritor. Si algún día eres un personaje, o peor aún, un protagonista, vivirás siempre con una aterradora duda en la cabeza. Los pobres personajes... condenados a revivir su muerte una y otra vez y las mismas tragedias cada vez que alguien decide leer su libro. Nunca vuelven a ser los mismos. Una vez conocí a un protagonista con el síndrome de la pluriexistencia. El desgraciado de él ya no distinguía la realidad y corría por las calles gritando que era inmortal y nadie podría acabar con él. Lo único que quería era tener un corazón de verdad, igual que pinocho quería abandonar esa madera roída y tener un cuerpo de verdad, uno de carne y hueso, nuestro protagonista tan sólo deseaba un corazón, ya que el suyo estaba inundado de tinta y hacía ya tiempo que la sangre no corría por sus venas. Por las noches se oían alaridos de dolor cuando se le subía la tinta a la cabeza e imaginaba ser el capitán de un barco en un desierto. Su creador fue un despiadado escritor frustrado por su calvicie. Cada vez que descubría un pelo caído, asesinaba a cualquiera de sus personajes. Cuando terminó la novela no quedó ningún superviviente, salvo nuestro amigo el del trastorno de la pluriexistencia. Malvados escritores. Pueden llegar a ser seres horripilantes con sed de sangre, más bien, de tinta. Nunca les gustaron los finales felices. "Fueron felices y comieron perdices" se pasó de moda.



Por eso, debes tener cuidado, y esperar a que el destino no haga que te cruces con ningún escritor por el camino. Ten siempre cuidado con quien te escribe, y lleva siempre un papel en blanco encima. Eso les asusta. Nunca, jamás de los jamases, en el caso de caer prisionero y convertirte en uno de sus otros personajes, dejes que la tinta que corre por tus venas apague tu corazón.

3 comentarios:

  1. Por lo menos los personajes pueden culpar a un escritor frustrado, pero ¿y qué pasa con los pobres escritores? ¿a quién culpan ellos? Creo que es más difícil su papel. Tienen la responsabilidad de su propia existencia sin la opción de culpar a nadie de sus errores ni sus desgracias. Y no es que "fueron felices y comieron perdices" se haya pasado de moda, es que nunca ha existido. ¿Cómo mantener la cordura escribiendo si sabes que todo lo que pones es mentira? Que realmente él nunca se cruzará con la mirada de ella porque probablemente esté más ocupada con el iphone y que el asesino se saldrá con la suya porque la justicia no existe. Es muy duro si vives para escribir y escribes para vivir; porque mas que a un papel en blanco, temen a un papel lleno de tachones. Y te lo digo desde la experiencia de una escritora muy frustrada que no encarcela palabras sino que las palabras la han encarcelado a ella. Y creo que tiraron la llave.

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    1. Qué decirte, me has convencido. De todas maneras era un texto desde el ángulo de los personajes, nunca he querido decir que los escritores tuvieran un papel más fácil. Quizá el mejor arma sea un papel con tachones. Avisaré a mis protagonitas, por si acaso.
      Un oso:)

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  2. Jajajaja. Minipunto para mí ^^

    Tampoco me quería meter con los personajes, no es fácil vivir bajo la pluma de nadie. ¿Por qué será todo tan complicado?

    Besos, osos, caramelos, plumas, tinta, tachones y todo lo que tengas a mano ;)

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¿Por qué no escribes algo? ¿Es que te ha comido la lengua el gato?