miércoles, 20 de junio de 2012

El tiempo probablemente no exista, quizá sea un invento para vender relojes.

Las hojas dejaron de bailar, dejó el viento de ulular, y la muerte callaba y nos miraba escondida mientras nosotros hacíamos el amor con solo una caricia. Entonces el tiempo se paró. Se rompieron todas las agujas de todos los relojes y todas las antiguas promesas. Se rompió el aire y todo lo que había existido hasta entonces se derrumbaba. Se rompieron los recuerdos de entre la inmensidad de una destrucción desoladora, hasta que se rompió también la distancia. Ese fue el momento en que nos perdimos. Tu en mis ojos, yo en tu mirada. Tu en mi aliento, yo en tu boca. Tu en cada centímetro de nuestra historia y yo en tu alma. 


















Entonces el reloj dio las doce y el príncipe se escapó.

3 comentarios:

  1. A veces los sentimientos entran a escondidas y nos muerden el culo, y cuando eso ocurre, cuando el secreto tras el que te escondías te descubre, entonces solo te queda mirarlo de frente.Y te das cuenta de los sentimientos ignorados y del tiempo perdido. Perdido porque existe desde el momento en que uno empieza a creer en él y a dudar de su existencia.

    Me alegro de estar otra vez por aquí.
    Osos juguetones que salen de su hibernación.

    ResponderEliminar
  2. Estupendo minirelato. Sencillamente me encanta.

    Mademoiselle Ladybug
    XOXO

    http://mademoiselle-ladybug.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar
  3. Pues entonces dejemos de creer en el tiempo y dejemos de dudar de su existencia. Mejor parar todos los relojes.
    Yo también me alegro de que hayas vuelto.
    Se te echaba de menos por aquí.
    Osos, muchos, tantos como quieras.

    ResponderEliminar

¿Por qué no escribes algo? ¿Es que te ha comido la lengua el gato?