viernes, 29 de junio de 2012

Fototropismo.

Llegó a acostumbrarse tanto a él que buscar su mirada se convirtió casi en un acto reflejo. Buscaba sus ojos entre la multitud y cuando los encontraba, buscaba todavía más dentro de él, intentando sumergirse en su ser y perseguir sus sentimientos. Había algo extraño entre los dos. Si estaban cerca sus miradas peleaban hasta encontrarse y cuando lo hacían, sucedía que sus cuerpos giraban el uno hacia el otro. Entonces todas las leyes del universo los obedecían y ellos solo se dejaban llevar por eso que llamaban vida y que no habían sentido hasta el preciso instante en que sus caminos tropezaron.

Por eso me recordaban a un campo de girasoles. Es como si él fuera el Sol, que ardía a lo lejos y surcaba el cielo de un lado a otro; y ella una flor furtiva, que lo perseguía y se encogía por las noches sin su calor, sabiendo que volvería a amanecer un nuevo día.

Se puede hablar de fototropismo, de inflorescencia o de cientos de agentes químicos, pero yo prefiero llamarlo amor.

2 comentarios:

¿Por qué no escribes algo? ¿Es que te ha comido la lengua el gato?