sábado, 4 de febrero de 2012

Y la televisión encendida para que no haya silencio.

Malia sonríe y él acaricia su cara. Quisiera pegarse un poco más a ella; y se conforma con absorber su olor. Huele a fresco, a limpio. Huele un poco a amor. Ruben quiere algo más, pero no se atreve a decirlo. Después de todo, se conforma con un poco de calor. Malia, sin embargo, intenta rozar lo inalcanzable explorando sus labios, formando espirales en su espalda y acariciando su timidez. Mañana se van de vacaciones, por primera vez juntos. Correran desnudos por la playa y contaran las estrellas. No tendrán frío esa noche. No discutirán. Malia a veces le hace daño, pero no es culpa suya. Nunca nada es culpa suya. Ruben se conforma y acepta las nuevas normas de la casa. (Norma número uno, Malia siempre tiene razón. Norma número dos, si no la tiene, consultar la primera norma.) Tampoco le importa demasiado. Mientras duerma a su lado y pueda contemplar su sonrisa tan cerca como nadie jamás a soñado, mientras perciba el olor de su aliento, mientras escuche el eco de su risa en todos los escondites de  su casa, que conocen ya muchos besos ocultos. Siempre con muchos diferentes. Siempre con la misma.



-¡Eh! ¿Qué te pasa?
"Nada. Solo que sabes a alcohol y hace dos noches que no duermes conmigo. Que no hueles a mi. Que ya no oigo tu risa. Ya no queda color en tu barra de labios. Tu colonia se ha acabado. Y hace tanto frío..."
-Nada.
Suena el teléfono. Ruben oye como Malia lo descuelga, y empieza a parlotear unas palabras que Ruben no entiende, o no quiere entender. Después, el ruido de unas llaves y de una puerta que se cierra.

2 comentarios:

  1. Oh, al principio había conectado tanto... Luego ha llegado ese final. No me lo esperaba. Ha sido una sucia jugada.

    (eso no se hace)

    Un beso :)

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    1. Esa era la intención! Los finales a veces tienen que ser así. Un beso guapa(;

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